03 abril, 2006

Del silencio y del olvido

Ciertos silencios son precisos y ayudan a encontrar la paz interior y el equilibrio con uno y con el medio en el que se encuentra. Silencios que pueden ayudar a encontrar abrigo y guardarnos del frío en determinadas ocasiones cuando precisamos de un refugio en el que guarecernos, en calma de la mano del descanso. El silencio se puede compartir e invita a sin palabras hablar mientras el mundo ante nuestros ojos se detiene.

El olvido nos condena al vacío y nos vuelve humo gris que se disipa entre las no estrellas de mi-tu Madrid, el olvido condena al alma a eterno frío y soledad, distancia tedio y dolor. El olvido está habitado por todas esas grises miradas que directa o indirectamente volaron lejos sin dejar el más mínimo resquicio de vida en nuestro interior. En el olvido no hay soles, ni lunas, ni estrellas ni no estrellas bajo las que recorrer las gastadas.

No confundas mis silencios con olvidos, pues en mis silencios tú estás presente y hasta la fecha el olvido desconoce del brillo de tus ojos de duende.

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