05 octubre, 2005

A veces

A veces, al morir la tarde la tímida puesta de sol le sigue regalando una tristeza que no cesa de jugar con él al escondite, sus ojos se tornan vidriosos y húmedos y sin motivo aparante una lágrima se desliza por su cara mientras su mirada se sumerge en el ayer.
A veces consume las horas sentado frente al teléfono, esperando recibir todas esas llamadas que en otra vida ni siquiera llegó a contestar.
A veces, sobre sus hombros le pesan demasiado los antiguos caminos recorridos y las distancias tiempo atrás salvadas, se siente vacío y la magia de la vida es un susurro que sus sordos oídos no alcanzan a escuchar.
A veces...

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