Sonrisa

Sonrisa me habla y escucha intentando vestir de alegría su rostro, pero no se da cuenta que sus ojos son ventanas abiertas, y el leve rumor de la tristeza y la soledad (eco de recuerdos) se va disolviendo de su corazón hasta llegar a asomarse al borde de sus pupilas que me miran y que no pueden, como su boca, sonreír.

Sonrisa finge que me escucha, y está a mi lado sin percatarse que contemplo y siento como se extienden sus bellas alas para salir volando hacia ese “lejano lugar” que sólo ella puede alcanzar, mientras las palabras se hacen espesas en mi boca sin encontrar oídos a los que puedan llegar.

Sonrisa tiene prisa por vivir, por viajar, por aprender las leyes y resortes de este mundo que nos rodea, quiere apurar los días cómo se apuran los tragos de ginebra sin hielo, fugaz, sueña que llegará un día en el que pueda “vivir” plenamente y no quiere querer comprender que la vida que tiene ahora no retorna, teme mirarse en el espejo para asimilar el punto de partida desde el cual debe comenzar a caminar.

Sonrisa se convierte en gotas de lluvia y leves rayos de sol, moja una piel ajada por la sequía y el hastío de las inclemencias de vidas pasadas, hace que resuene en mi mente los ecos que recuerdan el valor del “ahora”, el punto desde el cual yo debo mi vida seguir. Camina sonrisa, donde no llegue el dolor, donde el eco silencio no perturbe tu paz y el miedo no te impida verte cara a cara en el espejo.

Que tus pies encuentren descanso.